que no necesito ni joyas ni oro,
que eres la luz que ilumina mi sendero,
y que quiero cuidarte como si fueras mi tesoro.
Ni billones, ni trillones , te igualarán
ni valiosos inventos de la antigüedad,
ni minerales ni la erupción de un volcán
valen más que lo que vale esta preciosidad.
Solo con saber que estás conmigo
sé que tengo fuerza y valentía,
y que sepa el mundo que te digo,
que mi amor por ti es realidad, no fantasía.
A ti, queridísima mujer valiente
que en mi infancia me ayudaste a creer en hadas,
a ti, que viste crecer mi primer diente
y cuando me caía, tú siempre me ayudabas.
Mamá, ¿cómo agradecerte el haberme cuidado?
quiero acariciar siempre tus manos
que el destino me diga que voy a estar a tu lado,
no basta con decirte mil "te quieros" y "te amos".
Lucía Mingorance González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario