Soy yo misma, soy mi peor influencia, y si sigo mis acciones, no voy a tolerar mis experiencias.
Temo perder; el tiempo, romper; el hilo, sostener; mi propio peso. Prefiero morir luchando en el tiempo, que ganando soledad en unos segundos. No me basta con soportarme, estoy pensando en ese hilo, que si se rompe, se desmonta mi destino, estoy buscando una unión que sienta lo que no se ha roto aún. Y solo me miro en el reflejo de la cuchara y me veo como la brisa que acaricia al mar: lentamente equivocada.
No tengo prisa y no tengo tiempo; no soy ese tipo que se parece, soy yo, mi persona.
Cuando respiro, absorbo el perfume amargo de las miles de miradas que me observan; "qué va, no me importa".-digo- "me importa,¿qué hago mal?".- pienso-.
A veces, todo se nos da la vuelta, se nos caen las ganas del bolsillo, junto con las únicas monedas de la suerte que pudimos recoger de nuestro pasado. Te llevas la experiencia de haber notado que estás solo ,pero te ayudan, pero no te vale, solo piensas en este nexo: "pero".
Y si no llego a sentirme triste, es porque algo malo estoy haciendo, y en muchos momentos, mi primera opción es despedirme.
Y el reflejarme no quiero que me sirva para darme cuenta de cómo soy realmente. Porque prefiero reflejarme en mi actitud y corregirme por el público. Prefiero darte gracias y quedarme humilde, a perfeccionarme y quedarme sin nada. Si en verdad soy yo, puedo mostrarme y actuar como sé; y a veces no me encuentro, porque no sé que me he perdido y no quiero buscarme, porque me he caído. Y prefiero golpearme y llorar, a golpearme y morir.
No quiero creer que soy valiente, quiero saber que puedo llegar a serlo.
Lucía Mingorance González